No puedo encontrar título más apropiado que «Casi muero, pero no». Esta historia se centra en un viaje muy ambicioso que queríamos hacer para llegar a las cumbres del Bolívar, la Concha y por último el Humboldt descendiendo por la Mucuy. Era la ruta de La Gran Travesía, sin pasar por las cumbres de los picos el León y el Toro, a pesar de que los tuvimos al frente.
El León es un pico bastante curioso que aún no sé por dónde se le sube, pero que estuvo imponente desde nuestra salida de los Nevados hasta la Cresta del Gallo. El Toro parecía un poco más sencillo debido a que la subida se hacía bastante obvia, a pesar de que un poco expuesta.
El día primero de diciembre del año 2014, decidimos montar los bolsos en un Jeep en la Plaza Las Heroínas en el centro de Mérida, éste nos llevaría directo a la plaza Bolívar del pueblo de los Nevados, a 2600 msnm. La ciudad de Mérida se encuentran a unos 1600 msnm.
Luego de que pasáramos por la peligrosa pero hermosa carretera que nos llevaría a los Nevados pudimos llegar directo al pueblo, donde un señor con unas mulas nos esperaría para ayudarnos a llevar los bolsos de unos 25 Kg cada uno.
Al empezar el recorrido, el páramo nos acogía en sus matices de verdes combinados con el marrón de la tierra. Las casas y los ríos adyacentes nos acompañaban cantando en un día espléndido para una caminata tan larga. Pasaríamos de 2600 a 3800 msnm donde el primer campamento tomaría lugar. En las subidas exigentes y en las pendientes sostenidas mis recuerdos son bastante difusos, recuerdo el verde de las plantas y el azul del cielo, el sonido de los ríos y el cantar de las aves, recuerdo el degradado de las piedras a mis pies y lo cristalino del agua, también recuerdo el cansancio y el esfuerzo enorme que tuve que poner para llegar hasta el primer campamento.
Mi mente era un lugar en blanco donde la música que salía de los auriculares opacaba cualquier pensamiento proveniente de mí. Mi voz interior se veía eclipsada al ritmo de diferentes instrumentos. No algo malo, solo algo que vale la pena mencionar.
Entre curvas, montañas y caminos anchos para la caminata de varios a la vez, el paisaje pasaba a mis ojos. Caídas enormes de agua y grietas gigantes de ríos en el medio de las montañas eran observables desde cualquier punto panorámico. La pendiente era sostenido por casi todo el camino, entre piedras sueltas y tierra levantada. La compañía de excremento de animal y el ruido del río en la mitad del valle eran parte también del primer ambiente al subir al alto de la Cruz.